Muda

Te quería escribir un poema, pero la métrica y el número de sílabas me atrapan, no me dejan volar.
Las palabras no quieren rimar, las frases no logro acomodar, los pensamientos se comienzan a arremolinar.
Te quiero decir tantas cosas, sin embargo, las prefiero callar.


Te regalaría un diccionario y en él, resaltaría las palabras que me recuerden los momentos, los olores y las sensaciones que has grabado en mi alma y cuerpo.
Te regalaría una caja de lápices y en ella, destacaría todos los colores que evocan tu voz, que acentúan tus texturas y que de ti, dibujan un fragmento.


Te quisiera dar todas las nubes en el cielo,
y todas las estrellas del universo.
No eres un ser perfecto, no eres un ser ideal,
eres como el arte: inefable e intenso.


El arte no es hermoso y no está libre de defectos: el arte provoca, el arte mueve, el arte expresa y con eso quiero inundar todas mis mañanas.
Los lugares más bellos y recónditos del planeta no reflejan el misterio de tus ojos, la suavidad de tus manos y mucho menos, la textura de tus pestañas.


Las madrugadas, desde que te conozco, han sido motivo de ideas, de inspiración, de libertad y de plenitud.
La montaña de desastre que soy ha sido cubierta con tu polvo de estrellas y su quietud.


Tus suaves caricias y tus salvajes mordidas me han dejado muda, me han dejado inerte.
Me he descubierto recordando tu cabello al mirar el sol. He buscado la melodía de tu voz por todos lados y no he tenido suerte.


¿Cómo le pido a los músicos que repliquen el sonido de tu arete al tocar tus dientes?
¿Cómo le pido a los poetas que, en cinco estrofas, expliquen el misterio que eres?
¿Cómo le pido a los pintores que plasmen los colores que sudas?
¿Cómo le pido a esta pobre mortal que, en unas cuantas líneas, logre explicar por qué la dejas muda?